¿Por qué me pasé a Linux Mint y por qué tú también deberías considerarlo?

11 min read
0
Penguin with sunglasses in a garden

Decir que nos gusta el software libre en NovaFuture sería quedarse corto. La verdad es que dependemos de él todos los días, no solo porque sea gratuito, sino porque es potente, estable y, muchas veces, mejor que esas cosas brillantes que cuestan una fortuna.

Uso herramientas libres a diario, y lo hago con verdadero gusto. Y pensé que ya era hora de compartir un poco de eso contigo. Empecemos por la base : el sistema operativo. Esa cosa sobre la que funciona todo tu ordenador. Llevo usando Linux Mint desde 2015, tras un largo recorrido por Red Hat, Mandrake y Ubuntu. Y no he vuelto atrás desde entonces.

¿Qué es Linux Mint?

Linux Mint es lo que pasa cuando alguien decide que usar un ordenador no debería parecerse a una sesión de asistencia técnica. Fue creado a mediados de los 2000 por un desarrollador francés llamado Clément Lefèbvre, que quería algo limpio, fácil de usar y potente, sin los dolores de cabeza habituales de Linux.

En el corazón de Linux Mint hay un lema sencillo pero poderoso: « From freedom came elegance. » La idea es clara : la libertad del software libre da lugar a una forma de elegancia auténtica.

Linux Mint está basado en Ubuntu, toma todo lo bueno y lo hace más simple. Obtienes un escritorio clásico, con una disposición que se siente familiar al instante. Piensa en Windows 98, pero más fluido, más limpio y mucho más moderno.

Todo está justo donde esperas. Abres el menú de inicio y encuentras tus aplicaciones organizadas por categorías: Oficina, Multimedia, Juegos, Internet … No hace falta buscar ni rebuscar. Te sientes como en casa desde el primer momento, incluso si es tu primera vez con Linux.

¿Y por dentro? Es sólido. Tienes todo el poder de Linux, pero sin el caos técnico. Ya sea que navegues, trabajes o crees contenido, Mint no se interpone. Simplemente te deja hacer lo tuyo.

¿Por qué dejar Windows?

Seamos sinceros: Windows se ha convertido en un desastre andante. Ya no es solo un sistema operativo, es una fuente constante de molestias diseñada para sacarte valor en cada paso. Enciendes tu máquina y ya estás bombardeado con actualizaciones forzadas, ventanas emergentes y apps basura que nunca pediste. Incluso el menú de inicio se ha convertido en un espacio publicitario. ¿Y detrás de todo eso? Windows recopila datos sobre todo lo que haces. Lo llaman telemetría. No puedes apagarla del todo, ni decidir qué se envía o a quién.

Windows 11 tomó todo eso… y lo empeoró. La interfaz es más lenta, más torpe, y aún más atada a las cuentas de Microsoft y su ecosistema de apps de pago y baja calidad. La tienda de software está llena de basura freemium y trampas de suscripción. ¿Quieres usar tu ordenador sin iniciar sesión en la nube? Mala suerte. ¿Instalar una herramienta sencilla sin obstáculos? Buena suerte. Todo está diseñado para encerrarte, venderte más cosas y desgastarte poco a poco.

Y no olvidemos el problema de fondo: la seguridad. Windows sigue siendo el objetivo número uno de virus, malware, ransomware y programas sospechosos. Por eso necesitas un antivirus. No porque internet sea peligroso, sino porque tu sistema está lleno de agujeros. ¿Y todo eso para qué? Para un sistema que ya has pagado una vez, y que sigue cobrándote con tu dinero, tu tiempo o tus datos.

Y hay una pregunta aún más importante: ¿por qué seguir alimentando a una empresa que lleva décadas imponiendo el mismo modelo tóxico? Sistemas cerrados, innovación falsa, obsolescencia programada y desprecio total por los usuarios. Cada ordenador con Windows incluye un precio oculto: la licencia. Pagas por Windows aunque no lo uses. Ese dinero va directo a Microsoft para seguir impulsando un sistema que te atrapa y te frena.

Elegir un ordenador sin licencia de Windows no solo es inteligente: es una forma inmediata de ahorrar. Y si construyes o restauras tu propia máquina, es aún mejor: pagas por el hardware, no por un sistema inflado que va en tu contra. Dejar atrás Windows no es solo una cuestión técnica. Es una forma de recuperar tu libertad, tu privacidad y tu dinero.

¿Qué cambia cuando haces el cambio? Todo y nada.

La verdad es que no tienes que cambiar nada. El diseño es familiar. Sigues teniendo tu menú de inicio, tus carpetas, tus apps. No necesitas “aprender Linux”, simplemente usas tu ordenador como siempre. Sin búsquedas eternas, sin atajos raros, sin rituales secretos.

Linux Mint desktop interface with application menu open.

¿Y la diferencia? La sientes al instante. Es rápido – no “un poco más rápido”, sino rápido de verdad. Tu ordenador arranca en segundos. Las aplicaciones se abren de inmediato. Nada se cuelga, nada se ralentiza. Es como si por fin alguien le hubiera quitado el freno a tu equipo.

¿Y si algo va mal? No estás solo. La comunidad de Linux Mint es enorme, amable y muy activa. Foros, wikis, chats… Personas reales que de verdad quieren ayudarte, sin intentar venderte nada. Es todo un ecosistema basado en compartir, no en sacarte el dinero.

Así que sí, todo sigue ahí. Pero de pronto, todo funciona mejor.

¡Es simple! No le hagas caso a los fanáticos de la terminal.

No necesitas ser programador, hacker ni experto en la línea de comandos para usar Linux Mint. ¿Instalar aplicaciones? ¿Actualizar el sistema? ¿Conectarte al Wi-Fi o usar una impresora? Todo se hace desde una interfaz clara e intuitiva : clic, instalar, y listo. Para el uso diario, todo es gráfico, fluido y directo. Nada de pantallas negras llenas de comandos.

¿Y lo mejor? Si algún día quieres ir más lejos, Linux está preparado. ¿Quieres montar un sitio web local con Apache y MySQL mientras lo desarrollas? Adelante. ¿Acelerar el renderizado 3D o la codificación de vídeo con varias máquinas conectadas? ¡También puedes! Unos pocos comandos, y cientos de guías y comunidades dispuestas a ayudarte paso a paso.

Esa es la verdadera belleza de Linux : empieza siendo simple, pero nunca te pone límites. Te abre puertas que Windows ni siquiera te deja ver.

¿Qué puedes hacer con él?

¡Prácticamente todo! Una vez instalado Linux Mint – y eso solo lleva unos minutos – tu ordenador está listo para funcionar. Sin maratones de configuración, sin buscar apps por todas partes, sin tonterías de activación. Tienes un navegador rápido (Firefox), una suite ofimática completa (LibreOffice), un reproductor multimedia, editores de imágenes… Todo incluido, desde el primer momento.

¿Necesitas más? Abre el Gestor de software : una tienda de apps limpia y sencilla, llena de herramientas de código abierto. Miles de programas, organizados por categorías. Clic para instalar, y ya está. Oficina, gráficos, desarrollo, sonido… lo que necesites.

Y sí, también se puede jugar. Si pensabas que Linux no servía para videojuegos… piénsalo de nuevo. Instala Steam, inicia sesión y empieza a jugar. ¿Títulos grandes como Cyberpunk 2077? Funcionan. Y lo mejor : como Linux Mint es súper ligero, no desperdicia recursos en tareas de fondo. Más RAM y CPU para tus juegos significa más FPS y una experiencia más fluida. Menos basura, más potencia.

Steam store homepage with game promotions visible.

Ya sea que trabajes, crees o juegues, Mint responde. Sin fricciones. Sin frustraciones. Solo libertad.

Piénsalo así: si la mayoría de los servidores web del mundo funcionan con Linux, no es casualidad. Es porque Linux está diseñado con la seguridad como base. Nada de procesos ocultos, ni telemetría dudosa, ni puertas traseras escondidas entre cláusulas eternas. Solo un sistema limpio, eficiente, que te pone a ti en el control.

¿Y los virus? Casi inexistentes. No necesitas un antivirus que esté funcionando todo el tiempo, consumiendo batería y molestándote con ventanas emergentes. Los sistemas Linux están mucho menos expuestos al malware, simplemente por cómo están construidos y porque no estás instalando ejecutables sospechosos.

Incluso los hackers – los verdaderos – usan Linux. No solo porque es potente, sino porque les permite mantenerse invisibles. Es el sistema elegido por quienes realmente saben de informática.

En serio, ¿te imaginas a Neo hackeando la Matrix con Windows? Por favor. Está en una sala oscura con seis monitores, escribiendo comandos en Linux como si fuera su idioma nativo. Eso es la libertad real – y empieza con un sistema seguro.

¿Cómo se instala? (Dual boot o instalación completa)

Hay dos formas principales de empezar con Linux Mint. Si solo tienes curiosidad y no quieres perder nada, haz un dual boot. Pero seamos honestos: si quieres volver a respirar, elimina Windows y empieza desde cero.

Opción 1: Dual boot (probar sin riesgo)

Instalas Linux Mint junto a Windows. Al encender el ordenador, eliges qué sistema quieres iniciar. Sin miedo, sin riesgo. Puedes explorar Mint, ver cómo se siente y mantener tu sistema anterior por si acaso (aunque no lo vas a necesitar).

Pasos a seguir:

• Descarga la ISO de Linux Mint desde la web oficial
• Crea un USB arrancable (con Rufus, Etcher, etc.)
• Reinicia tu ordenador y arranca desde el USB
• Prueba Mint en modo live (sin instalar aún)
• Si te convence, lanza el instalador y selecciona « Instalar junto a Windows »

Mint se encargará de particionar el disco y configurar un menú de arranque.

Opción 2: Instalación completa (adiós a Windows)

Seamos sinceros: la mayoría no necesita Windows. Después de ver lo rápido y limpio que es Mint, volver atrás es como correr en el barro. ¿Por qué no ir a por todas? Durante la instalación, elige la opción « Borrar disco e instalar Linux Mint ». Y listo. Sistema nuevo, rápido y sin arrepentimientos.

¿Y si realmente necesito una o dos aplicaciones de Windows?

Primero, ¿estás seguro? Casi siempre hay una alternativa libre igual de buena o mejor. Pero si realmente las necesitas, hay soluciones:

Wine permite ejecutar muchas apps de Windows directamente en Linux. Funciona sorprendentemente bien con cosas como Notepad++, juegos antiguos o utilidades simples.
Máquinas virtuales como VirtualBox o VMware te permiten usar un Windows completo dentro de Linux. Ideal para esas pocas apps que no funcionan en otro entorno.

Así que no hay excusa. Puedes probar con calma o dar el salto de una vez. En ambos casos, Linux Mint hace que la transición sea suave, limpia, y – una vez hecha – muy difícil de lamentar.

Bonus: ¿Y qué pasa con mi viejo ordenador?

¿Tienes un portátil antiguo acumulando polvo? ¿El ventilador suena como una turbina solo para abrir una pestaña del navegador? Linux Mint puede devolverle la vida. No es broma.

Una de las mayores ventajas de Mint es su ligereza. Funciona sin problemas incluso en equipos antiguos, donde Windows 10 – o peor aún, Windows 11 – apenas se mueve. Y si tu equipo ya está muy desfasado, puedes usar la edición XFCE. Es una versión de Mint con una interfaz gráfica muy liviana, pero que sigue siendo limpia, moderna y agradable. No tiene efectos llamativos ni funciones innecesarias. Es solo un sistema rápido y eficaz que cumple con lo que necesitas.

Y aquí está la diferencia clave. Cuando Windows decide que tu equipo es “demasiado viejo”, corta las actualizaciones, aunque hayas pagado la licencia. No recibes más parches de seguridad, ni soporte de controladores. Te dejan fuera.

Con Linux Mint, eso no pasa. Tu sistema sigue recibiendo actualizaciones de seguridad, mejoras de software y soporte de drivers, incluso en equipos antiguos. Mientras tu ordenador siga funcionando, Mint lo sigue apoyando. Así es como deberían ser las cosas.

Sin obsolescencia programada. Sin actualizaciones forzadas. Solo un sistema operativo sólido, que respeta tu tiempo, tu dinero y tu equipo. Mejor para tu bolsillo, mejor para el planeta y mejor para ti.

Conclusión: Linux Mint es mucho más que tecnología

Pasarse de Windows a Linux no es solo una mejora técnica. Es una declaración. Un gesto silencioso pero potente de independencia digital. Pero, sinceramente, es todavía más que eso. Es un cambio de mentalidad. Una bocanada de aire fresco en tu forma de usar el ordenador… y de pensar la tecnología.

Sí, Linux tenía fama de ser elitista. Y hay que reconocer que no era una reputación del todo inmerecida. Pero eso ya quedó atrás. Herramientas como Linux Mint han cambiado las reglas del juego. Son simples, intuitivas y realmente amigables para quienes empiezan. En muchos casos, son incluso más fáciles de usar que Windows. Sin trampas. Sin sorpresas. Solo un sistema que te respeta.

Y una vez que pruebas el software libre, es difícil volver atrás. La libertad, el control y el placer de usar herramientas hechas para las personas – no para los beneficios – es algo que se disfruta de verdad.

Así que no lo pienses más. Cambia de sistema. Pruébalo. Y cuando lo hagas, cuéntanos qué tal te fue, aquí o en Reddit. Tengo un montón de consejos sobre software libre que quiero compartir. Y si quieres ayudarme a seguir escribiendo estas guías hasta altas horas de la noche, puedes invitarme a un café a través de Buy Me a Coffee. También ayuda a cubrir los gastos del sitio. ¡Gracias! 🙂

Deja una respuesta