¿Por qué y cómo proteger el planeta haciéndote autosuficiente en agua?

El agua es uno de los recursos esenciales para la vida en la Tierra. Si no hay agua, no hay vida. Sin embargo, pese a lo obvio, la desperdiciamos como si fuera infinita. En realidad, el agua dulce es escasa y el agua potable lo es aún más.
Miles de personas han vivido sin amor, pero ni una sola sin agua. (W. H. Auden)
Una persona adulta necesita alrededor de 190 litros de agua al día solo para sus necesidades básicas. Pero antes de llegar a ti, cada gota que sale de tus grifos recorre un camino larguísimo y termina circulando por kilómetros de tuberías hasta llegar a tu casa. En esa última etapa se pierden a diario millones de litros por fugas y por una mala gestión de la red. A eso se suma que muchas regiones del mundo sufren graves carencias. Eso convierte este recurso indispensable en un auténtico lujo para millones de personas. Y aun así, en los países ricos se siguen llenando piscinas y lavando coches con agua potable, incluso en zonas afectadas por la sequía. ¡Es totalmente absurdo e indignante!
La desalinización del agua de mar y otros procesos industriales
Ya sabemos que el agua dulce es escasa, pero veamos un poco más a fondo. La mayor parte del agua del planeta es salada, lo que la hace inutilizable para beber o cultivar. Sí, se puede desalar. Pero convertir agua de mar en agua potable es un proceso muy caro y extremadamente intensivo en energía. Además contamina más de lo que se imagina, porque la desalinización genera a gran escala un subproducto llamado salmuera. En pocas palabras, es una especie de lodo ultrasalino que destruye la vida marina. Así que descartemos esta mala solución, que está muy lejos de ser ecológica.

Al final, el problema es fácil de entender: Estamos despilfarrando el agua potable del planeta más rápido de lo que puede renovarse. Y en lugar de buscar formas inteligentes de proteger este recurso precioso, seguimos apostando por supuestas soluciones industriales milagrosas que solo agravan los problemas ambientales.
El ciclo del agua es un equilibrio frágil que hay que preservar
El agua no sale del grifo por arte de magia. Forma parte de un ciclo natural que funciona desde hace miles de millones de años. Llueve, los ríos desembocan en el mar, el agua se evapora, se forman nubes, vuelve a llover y todo empieza de nuevo. La naturaleza ha puesto en marcha un ciclo virtuoso que funciona muy bien.

Pero en lugar de respetar el ciclo del agua, lo alteramos en cada etapa. Me refiero, por supuesto, al cambio climático, que provoca un aumento de las temperaturas a escala global. Más calor significa más evaporación. Eso genera precipitaciones muy intensas y sequías prolongadas en muchas regiones que antes no estaban afectadas por estos fenómenos meteorológicos.
Y no olvidemos la contaminación. Los desechos industriales, los vertidos agrícolas y los productos químicos domésticos terminan contaminando el agua de la que dependemos para vivir. Si queremos que siga saliendo agua de calidad de nuestros grifos, tenemos que trabajar con la naturaleza y no contra ella.
El mercado del agua: un sinsentido económico y ecológico
Seamos sinceros, nuestro sistema de distribución de agua es una vergüenza. En lugar de priorizar soluciones locales y duraderas, hemos construido una gigantesca red centralizada cuyo único objetivo es convertir el agua en mercancía. Todo para entregar un agua tratada químicamente y facturada al céntimo.
¿Y adivina qué? Una enorme parte de esa agua ni siquiera llega a tu grifo. Nuestras infraestructuras obsoletas desperdician millones de litros cada día. Pero parece que a nadie le importa de verdad. La colectividad gasta fortunas intentando remendar tuberías vetustas mientras las compañías de agua no dejan de subir las tarifas. Sin embargo, hace unas décadas la mayoría de la gente tenía su propio pozo o acceso a manantiales limpios sin pagar una sola factura por tener derecho a usar agua. Nos dicen que el sistema actual es progreso. Tengo mis serias dudas.
Y ya que hablamos de estafas organizadas, hablemos también de contaminación y beneficio. Cuanto más contaminada está el agua, más dinero ganan las compañías. Más químicos, más filtración, más infraestructuras, ¡y bingo! Al final, su modelo de negocio consiste en mantenerte atrapado pagando por problemas a los que han contribuido de forma considerable.

La solución, sin embargo, es sencilla: declarar oficialmente el acceso al agua potable como un derecho humano fundamental y protegerla como bien común. Mientras se trate como un negocio cualquiera, la gente seguirá sufriendo mientras los vendedores de agua encuentran nuevas formas de hacerte pagar cada vez más.
Ser autosuficiente en agua es un gran paso hacia la libertad
Tomar el control de tu agua es tomar el control de tu vida. Entonces, ¿por qué seguir dependiendo de un sistema que te cobra de más y destruye el medio ambiente cuando puedes asegurar tu propio suministro? Vale mucho la pena planteárselo, porque ser autosuficiente en agua te da libertad y tranquilidad.
Y lo mejor de todo es que es más simple y mucho más barato de lo que piensas. Recoger agua de lluvia, excavar un pozo o hacer una perforación son soluciones prácticas que no requieren una fortuna en comparación con lo que pagas cada año por el agua de red. Para llevarlo a cabo, solo tienes que instalar un buen sistema de purificación que cubra fácilmente tus necesidades diarias con un mantenimiento mínimo.
El agua no es una mercancía. Aquí va una propuesta política para acabar con el negocio de los recursos fundamentales
Imagina que te despiertas una mañana y te anuncian que a partir de ahora debes pagar por el aire que respiras. Suena a locura, ¿verdad? Si lo piensas bien, no lo es tanto. Al fin y al cabo ya pagas por un agua corriente cuya calidad está en el límite de lo aceptable. Si seguimos esa lógica odiosa, ¿por qué no cobrarte también por servicios de descontaminación del aire? No lo diré muy alto, no vaya a ser que a ciertas empresas se les ocurra la idea de hacer pagar a la colectividad por recursos que son gratuitos.
Cerremos ese paréntesis y volvamos a lo esencial. El acceso a agua potable de calidad debe ser un derecho fundamental, no un privilegio reservado a quien pueda permitírselo. Pagamos facturas por algo que, de base, cae gratis del cielo. ¡Y aún peor! Millones de personas en todo el mundo ni siquiera tienen ese lujo porque simplemente no tienen acceso a agua corriente. Todo porque unos capitalistas sin escrúpulos decidieron que el agua debía tener un precio. Si eso no te indigna, ¿qué lo hará?
Mientras todos despiertan, aquí va una idea que ni siquiera debería considerarse radical: El agua indispensable para la vida diaria debería ser 100% gratuita y todo lo demás de pago. Por ejemplo, el agua para beber, cocinar y mantener una higiene básica debería ser gratuita. En cambio, llenar una piscina o regar un campo de golf es puro lujo. Y como es bien sabido, el lujo debe ser caro; si no, deja de ser lujo. No se trata de comunismo ni de socialismo ni de ninguna otra etiqueta que algunos adoran poner. Se trata de que nadie tenga que elegir entre beber agua o pagar el alquiler mientras otros desperdician miles de litros de agua potable solo para lavar el coche cada fin de semana.

Seamos claros. El objetivo no es gravar por el simple gusto de gravar. ¡No! El objetivo es hacer responsables a los grandes consumidores. Cuando el agua es gratuita para lo esencial y cara para lo que no lo es, la gente empieza a usarla con cabeza. Al final, es así de sencillo exigir a los políticos que dejen de poner los beneficios por delante de las personas. Si no hacemos nada, ¿adivinas qué? Quienes ostentan el poder seguirán encontrando nuevas formas de vendernos lo que debería pertenecernos colectivamente.
La agricultura industrial saquea el agua de forma irresponsable
Las explotaciones agrícolas industriales devoran cantidades astronómicas de agua para cultivar monocultivos que agotan los suelos y requieren cada año más riego. En lugar de adaptarse a los ciclos naturales, se apoyan en sistemas de riego ineficientes que secan ríos, lagos y acuíferos a un ritmo alarmante. El balance es dramático. Las pequeñas explotaciones responsables apenas logran sobrevivir mientras la agroindustria sigue bombeando como si no hubiera consecuencias. Este sector amasa grandes beneficios y deja tras de sí tierras agotadas y agricultores totalmente dependientes de malas soluciones que agravan los problemas.
Seguimos tolerando el destrozo del planeta en nombre del sacrosanto beneficio que no se debe cuestionar. Y, sin embargo, junto a ese modelo destructivo existen multitud de alternativas virtuosas. Por ejemplo, la permacultura permite reducir de forma considerable el consumo de agua y mantener los suelos vivos sin químicos. La agricultura del mañana no puede seguir siendo un monstruo sediento de agua y pesticidas; debe dar paso a campesinos que por fin respeten la naturaleza.
El escándalo del acceso al agua potable
Aclarémoslo señalando con el dedo a los verdaderos responsables. ¿Cómo es posible que en un mundo donde los multimillonarios viajan al espacio y las empresas tecnológicas acumulan ganancias obscenas, haya familias que aún deban caminar kilómetros cada día para conseguir agua sucia que puede matarlas? No pienses que es solo un problema lejano que aparece en los anuncios de ONG que trabajan en países desfavorecidos. Ocurre en todas partes y es una vergüenza para la humanidad.
Ahí tienes el caso, muy mediático, de la ciudad de Flint, en Míchigan. ¡Recuérdalo bien! En pleno corazón de uno de los países más ricos del mundo, la gente fue envenenada a sabiendas con agua del grifo contaminada con plomo. Muchos niños enfermaron gravemente y se arruinaron vidas. ¿Por qué? Porque políticos y empresas quisieron ahorrar en el mantenimiento de la red para meterse más dólares en el bolsillo. ¿Y adivina qué? Flint no es un caso aislado. En todo el llamado “mundo desarrollado”, las tuberías se pudren y el nivel de contaminantes aumenta. Al final, el agua en la que confías termina envenenándote día tras día.

Mientras tanto, las empresas de agua embotellada se enriquecen vendiendo a los privilegiados lo que debería fluir libremente de nuestros grifos. Seamos honestos: no es un simple problema, es un escándalo enorme. Nada cambiará si no lo exigimos. ¿Estás dispuesto a alzarte y defender la idea de que el agua no es una mercancía? Porque si no lo haces tú, ¿quién lo hará?
Conclusión Hazte autosuficiente en agua en lugar de esperar al diluvio
Ser autosuficiente en agua no es un sueño lejano; es algo que puedes empezar hoy mismo. Soluciones hay de sobra. Si este camino te interesa, aquí estamos para ayudarte con guías prácticas y asesoramiento técnico. Si tienes preguntas o quieres compartir tu experiencia, utiliza la zona de comentarios al final de esta página o ven a hablarlo en el foro.
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