¿Por qué me hice vegana y por qué nunca volveré atrás?

Amy
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Me llamo Amy. Soy vegana, me apasiona la cocina y amo la naturaleza. Pero, ante todo, me importa profundamente el respeto por la vida. No elegí este camino por moda ni para verme “healthy” en Instagram. Lo elegí porque un día algo cambió dentro de mí. Entendí que ya no podía apartar la mirada.

No intento convencer a nadie a la fuerza. No busco culpabilizar ni levantar muros entre “ellos” y “nosotros”. Aquí comparto mi camino, mis ideas, mis experiencias, mis descubrimientos. Puede que te resuenen, puede que no. Pero si sigues leyendo, al menos sabrás por qué, desde los 14 años, la carne no volvió a pasar por mi boca.

El clic que lo cambió todo

Tenía catorce años. Como cada verano, pasaba tiempo con mis abuelos en el campo. Me encantaba ir a ver a los conejos que tenían al fondo del granero. Hocicos temblorosos, orejas largas, ojos vivaces… podía quedarme horas mirándolos. Para mí eran compañeros de juego, casi amigos.

Un día, mientras los observaba, me atravesó un pensamiento duro. Sabía perfectamente lo que les esperaba. Lo había visto, lo había oído. Mi abuelo los mataba, los preparaba y terminaban en la mesa como una comida más. Pero aquel día, en lugar de aceptar eso como algo normal, tuve una especie de visión.

Imaginé seres de otro planeta. Más inteligentes, más avanzados que nosotros. Tal vez también nos mirarían con curiosidad. Y si nos vieran encerrar animales sensibles para luego matarlos, ¿qué pensarían de nosotros? ¿Nos considerarían civilizados? No. Nos verían como bárbaros.

Esa imagen me sacudió. Ya no podía comer un conejo, un pollo, una vaca o un pez sin pensar en esa mirada externa que vería a la humanidad como un depredador ciego. Aquella noche aparté el plato. Al día siguiente anuncié que no volvería a comer carne. Y no lo he hecho desde entonces.

No fue una “transición suave”. Fue radical, instintiva, irreversible. Y, al contrario de lo que muchos imaginan, no fue una renuncia. Fue una liberación.

Un modo de vida, no un castigo

Mucha gente sigue creyendo que ser vegana es vivir privándose, comiendo ensaladas tristes y sin sabor. La imagen del “vegano triste” está por todas partes, alimentada por quienes nunca se han tomado la molestia de probar una cocina vegetal de verdad. Yo estoy aquí para decir lo contrario: ser vegana es amar la comida.

Tengo un huerto grande. Tomates antiguos, calabacines, pimientos, berenjenas, patatas, zanahorias, hierbas aromáticas… según la estación, la mesa cambia y cada cosecha es una fiesta. La fruta completa el cuadro: fresas en primavera, higos en verano, manzanas y peras en otoño. Cocinar con lo que hay a mano es una escuela de creatividad y placer.

Mi gran pasión es la cocina india. Ahí encontré un universo infinito de sabores, texturas y colores. Curry, dhal, samosas, masalas… cada plato es una sinfonía de especias. Y lo mejor es que esta cocina siempre ha dado un lugar enorme a las verduras, las legumbres y los cereales. No hace falta “sustituir” la carne. Se olvida de forma natural, porque lo demás brilla por sí solo.

Rechazo los productos industriales que intentan imitar la carne. Esas hamburguesas de soja ultraprocesadas, esas salchichas “vegan” llenas de aditivos no me interesan. Mi enfoque no es imitar lo que dejé atrás. No echo de menos la carne. Busco una cocina auténtica, viva, nutritiva. Y las verduras, las frutas, las especias y las legumbres me lo ofrecen en abundancia.

La única excepción son los huevos. Tengo gallinas en el jardín y son mis compañeras del día a día. Tienen espacio, un gallinero cómodo, una vida tranquila. No sobrevivirían en la naturaleza y creo que aquí tienen una vida digna. Cuando ponen, recojo sus huevos. Cuando dejan de poner, se quedan. Nunca acabarán en una olla. Vivirán su vida y morirán de forma natural. Para mí no son “animales de renta”, son familia.

Así que no, ser vegana no es un castigo. Es un modo de vida que me da alegría, energía y paz interior. Y cada comida es una ocasión para reafirmar esa elección, sin frustración y con gratitud.

Romper los tópicos sobre el veganismo

Desde que soy vegana he escuchado todo tipo de ideas hechas. Algunas hacen gracia, otras molestan de verdad. Pero en lugar de enfadarme, prefiero responder punto por punto.

Primero, no, no es más caro. Se intenta hacer creer que comer vegano te vacía la cartera, pero es falso. Lo que encarece son los productos ultraprocesados, tengan o no carne. Si comes verduras de temporada, legumbres, cereales integrales, fruta y cocinas en casa, tu presupuesto será mucho más ligero que con un frigorífico lleno de filetes envasados y platos preparados. Yo compro en el mercado, recojo del huerto y gasto mucho menos que la mayoría de mis amigos carnívoros.

Segundo, no, no faltan proteínas. Me lo han dicho cien veces: “¿Y de dónde sacas las proteínas?” Como si solo vinieran de la carne. Las lentejas, los garbanzos, los frijoles rojos, el tofu artesanal, las semillas y los frutos secos están repletos. Con un poco de variedad, tu cuerpo tiene todo lo que necesita. Los deportistas veganos lo demuestran cada día.

Tercer tópico: el veganismo sería triste y monótono. Ahí casi me echo a reír. Mi plato es infinitamente más variado ahora que cuando comía carne. Aprendí a cocinar con especias nuevas, a probar verduras olvidadas, a combinar sabores que antes no me habría atrevido a mezclar. Sinceramente, entre una bandeja de nuggets industriales y un curry de garbanzos con espinacas, no hay duda.

Y por último, sí, la cocina vegana es rica, variada y saciante. Cuando me meto en la cocina no busco “aguantar” hasta la próxima comida. Quiero saborear y nutrir el cuerpo y la mente. Cada plato que preparo es una celebración de la vida.

Por qué dejé las redes sociales tóxicas

Ser vegana también es soltar hábitos tóxicos. Para mí no se queda en el plato. Durante mucho tiempo intenté compartir mis ideas y recetas en Facebook y Twitter. Pero con el tiempo entendí que estaba perdiendo el tiempo.

Facebook se había convertido en un supermercado de likes. Cada publicación estaba rodeada de anuncios, notificaciones sin fin y empujones algorítmicos hacia contenidos superficiales. La autenticidad desaparecía bajo el peso del marketing. Y Twitter era peor: un campo de batalla permanente. Cada vez que hablaba de veganismo me troleaban desconocidos que no querían dialogar, solo provocar.

Luego llegaron dos momentos clave. El primero fue cuando Zuckerberg decidió apoyar a Trump. Ya no podía tolerar que mi energía alimentara una plataforma que avala ese tipo de derivas. El segundo, cuando Musk compró Twitter para convertirlo en su patio de juegos personal. Ya estaba cansada de los insultos y los debates estériles, y eso fue la gota final.

Como con la carne, fue un corte limpio. Cerré mis cuentas. Nada de Facebook, nada de Twitter, nada de redes mainstream. Fue una ruptura clara y, la verdad, liberadora. Al mismo tiempo, necesitaba un espacio para seguir escribiendo, compartiendo y conectando.

Por qué mi blog está en NovaFuture

Un día descubrí NovaFuture. Al principio me picó la curiosidad: un sitio sin anuncios, con respeto total por la privacidad, abierto, progresista. Sonaba casi demasiado bueno para ser verdad. Me puse a leer artículos, exploré el foro, envié mensajes privados. Y entendí que por fin había encontrado un lugar que encajaba con mis valores.

Aquí no tengo que vender mi alma a explotadores. Puedo escribir lo que pienso, sin compromisos, sin temer que un anuncio de zapatillas contamine mi página. Sé que quien me lee está aquí por elección, no porque un robot le empujara a hacer clic.

Y, sobre todo, hay una comunidad real. El foro no es un cajón de comentarios desechables. Es un espacio vivo donde las conversaciones se construyen con calma. La función “follow” me permite mantener el vínculo con quienes disfrutan mis publicaciones, y yo también puedo seguirles. No somos “followers” anónimos, somos personas que conversan.

Por eso elegí arrancar mi blog aquí. Porque NovaFuture no es otra red social vacía, sino un proyecto colectivo que cree en la inteligencia y la diversidad. Y eso lo cambia todo.

Qué encontrarás en mi blog

Si decides seguirme en NovaFuture, espera una mezcla alegre: a veces combativa, a veces suave, pero siempre honesta.

Encontrarás recetas veganas sencillas, ecológicas y sabrosas. Nada de cosas complicadas que exigen tres horas y quince ingredientes exóticos. Hablo de dhals reconfortantes, currys aromáticos, ensaladas llenas de color, postres frutales que se preparan en un momento. La idea es mostrar que la cocina vegana puede ser accesible, nutritiva y golosa sin gastar de más.

También habrá reflexiones sobre ética animal y respeto por la vida. No para dar lecciones, sino para compartir mis preguntas, mis hallazgos, mis lecturas. Porque el veganismo no es solo lo que hay en el plato. También es una manera de mirar el mundo y preguntarnos si podemos vivir de otra forma, con menos violencia y más coherencia.

Y, a veces, habrá desahogos. Porque sí, hay momentos en los que callar no tiene sentido. Cuando escucho discursos retrógrados o veo industrias que juegan con la vida como si no valiera nada, no puedo quedarme neutral. Pero mis desahogos no buscan dividir. Están para recordar que la rabia puede impulsar la acción si la ponemos al servicio de la vida.

Por último, encontrarás anécdotas de huerto y de cocina. Semilleros que brotan, tomates estropeados por la lluvia, platos improvisados con lo que queda del jardín. Pequeñas historias cotidianas que muestran que este modo de vida no es una teoría abstracta, sino una realidad llena de alegrías sencillas.

Epílogo

No pretendo tener todas las respuestas ni ser un modelo a seguir. Soy alguien que un día tuvo un clic y decidió vivir de otra manera. Este camino me ha dado coherencia, paz interior y mucha felicidad. Y si lo comparto aquí es con la esperanza de que otras personas se reconozcan, se inspiren o simplemente piensen un poco distinto.

NovaFuture es el lugar perfecto para eso. Sin máscaras ni voyeurismo digital. Solo un espacio de intercambio, reflexión y creatividad colectiva. Por eso estoy aquí y por eso espero volver a encontrarte a menudo.

Si mis palabras te resuenan, si mis recetas te abren el apetito o si mis reflexiones te interpelan, no dudes en seguirme en el foro de NovaFuture. La función “follow” está para eso y yo estaré encantada de continuar la conversación.

Hasta muy pronto en la próxima entrada.
Un beso,
Amy

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